Lonzo Ball continúa su batalla por regresar a la acción en el baloncesto tras una ausencia prolongada de casi dos años y medio. La última vez que jugó fue en enero de 2022, y el calvario relacionado con su rodilla izquierda parece no tener un final a la vista.
El atleta de los Chicago Bulls, que durante este mes optó por activar su opción de 21,4 millones de dólares para la próxima campaña. Ha compartido en detalle el doloroso y complicado camino de su rehabilitación, el cual incluyó tres intervenciones quirúrgicas en un lapso de un año.
La primera lesión en el menisco de Ball ocurrió en 2018, mientras formaba parte de los Lakers. Desde entonces, sus problemas con la rodilla izquierda fueron constantes, y sufrió múltiples lesiones a lo largo de su carrera en la NBA.
Las múltiples lesiones y cirugías que pasó -en los Bulls fue operado tres veces en solo un año- le dejaron, según su relato, sin cartílago, lo que le causó un roce doloroso entre los huesos y serias limitaciones en su movilidad.
El jugador pasó más de un año consultando con diferentes especialistas médicos en busca de una solución para su problema, lo que culminó en una cirugía experimental en 2023.
Durante esa cirugía, como mencionó Lonzo, un donante permitió que se le realizara un trasplante de menisco, lo que le proporcionó el cartílago necesario para que su rodilla pudiera funcionar de manera más efectiva (él comenta que actualmente su rodilla está al 70% de su capacidad). En la misma operación también se le realizó una reconstrucción ósea. Esto ocurrió en marzo de 2023.
Ball habló sobre todo el proceso en su pódcast 'The WAE Show'.
Lo que parece claro es que si Lonzo Ball logra regresar a la cancha, algo que todavía está en duda, probablemente se presente con limitaciones serias, distanciándose del jugador que fue antes de esta difícil etapa.